El año pasado tuve la oportunidad de ir a uno de los mejores viajes que he tenido. Cuando estaba allá, me comentaron que había un lugar llamado "incline", el incline consiste en subir escaleras que están incrustadas al piso y están en una montaña. El recorrido no es tan largo, pero esto no se trata de la distancia, se trata de la altura qué hay en el lugar a donde fui. Las personas que viven ahí piensan que subir el incline es todo un reto ya que se quedan sin aire y eso puede hacer que ya no puedas subir. Cuando mis amigas me comentaron acerca de este recorrido, yo rápidamente dije que quería hacerlo (no sé si soy masoquista). Yo no quería comentarle a mis papás acerca de todo esto ya que ellos definitivamente iban a pensar que estaba loca y que no tenía que hacerlo. Pasaron tres semanas desde que llegue a esa lugar y un día dijeron que teníamos que ir antes de que yo me fuera, yo emocionada me preparé mentalmente y toda la noche estuve hablando con un amigo por teléfono contándole de como mis nervios estaban de punta porque era la primera vez que iba a hacer algo así. No pude dormir bien. Al otro día me levanté decidida y el camino hacia el lugar en donde estaba solo podía pensar en mi mamá diciéndome que pensara las cosas porque no sabía lo que estaba haciendo. Uno de los amigos con los que iba, dijo que subiría las escaleras corriendo, supongo que el no tenía una mamá como la mía que le dijera que estaba loco. Empecé subiendo las escaleras a una velocidad tranquila. Seguí mi camino con mucho cuidado y disfrute cada momento, en el camino me encontré a muchas personas las cuales no hablaban el mismo idioma que yo, pero cada vez que me detenía me hacían platica, yo les comentaba que era de otro país y ellos me decían que era muy valiente a hacer lo que estaba haciendo, yo realmente no entendía muy bien el por qué. Cuando iba en el escalón 50 (aproximadamente) sentí como mi corazón latía muy rápidamente y me empecé a desesperar, realmente no sabía lo que estaba haciendo. Voltee hacia abajo y vi que mis amigas se habían quedado atrás y otros dos de mis amigos ya estaban más arriba. Me senté en un escalón y trate de tranquilizarme, yo realmente quería hacer ese recorrido y no quedarme con las ganas. Siempre he tenido en mi cabeza una frase que mi papá desde que estamos chiquitos nos dice; "YA ESTAMOS AQUÍ", con esta frase se refiere a que hagamos las cosas que queramos hacer y que las hagamos en el momento porque ya no habrá otro momento igual, esta frase no aplicaba para la operación suicida que estaba haciendo (me refiero así ya que me podía dar algo en el camino). Muchas personas me contaban sus historias de que se habían preparado para subir la montaña, yo solo podía pensar en cómo yo estaba ahí sin ninguna preparación. Subí sola ya que mis amigos estaban en diferentes distancias, había momentos en los que dudaba si iba a poder acabar o al menos seguir, mi respiración no daba para más y mi cuerpo me gritaba por oxígeno. De la nada me encontré a una señora ya de edad mayor la cual me contó que ella era fanática de hacer ejercicio pero que no tenía tanta condición, yo solo entre mi falta de oxígeno en el cuerpo y mi falta de motivación, le pregunte que cómo era posible que ella pudiera aguantar tanto si no estaba tan preparada para lo que estaba haciendo, ella me respondió pero entre sus palabras hubo algo que me llamó la atención; "Yo sé que no estoy tan preparada y varios de aquí tampoco lo están, pero hay algo que tienen en común los que van llegando; tienen ganas de terminar". Yo no tenía la condición de mis amigos que ya estaban llegando, ni tampoco la experiencia de la gente que ya vivía ahí, pero si tenía las ganas de hacer las cosas. Siempre he pensado que no importa cuáles sean tus condiciones, no importa cuán difícil sea el camino, si en realidad tienes las ganas de hacer algo, vas a encontrar la forma de hacerlo. 40 minutos después logre ver la meta y mis amigos me empezaron a aplaudir y gritar, mis amigas no llegaron a la cima. Nunca me pasó por la cabeza que lo que estaba haciendo era serio y era realmente difícil, pero las ganas nunca se me fueron. Llegar a la cima fue algo tan satisfactorio, no sabía si estaba feliz o asustada por lo que acababa de hacer, lo único que tenía en la mente es que ya había pasado y que lo bueno era que no me había muerto. En lo personal a veces pienso que solo porque el camino es muy difícil ya es momento de rendirme, según yo que porque entonces no vale tanto la pena, pero en realidad, entre más trabajo cuesten las cosas es en donde más te das cuenta de que valen la pena. Las mejores cosas tardan en llegar.
(Si querían saber del lugar, está en Manitou Springs, en colorado)